Codigo de la mente 2.2 Tensión en el Espacio de Luna

Tensión en el Espacio de Luna

La habitación de Luna parecía haber cambiado desde su última conversación con Zeta. Los papeles que antes estaban ordenadamente en su escritorio ahora estaban dispersos, como si hubiera estado revisándolos constantemente. Una taza de café vacía reposaba junto a un libro abierto, dejando un rastro de polvo en la superficie. El aire en la habitación estaba cargado con la expectativa, como si esperara algo importante.

Luna caminó hacia su escritorio con pasos rápidos y nerviosos, su cabello oscuro caído sobre su frente. Sus manos temblorosas comenzaron a recoger los documentos esparcidos, pero pronto se detuvo, como si recordara que tenía algo más importante que hacer. Con un movimiento brusco, sentó en su silla, suspiró profundamente y comenzó a hablar.

"Zeta, he encontrado algo... algo que podría cambiarlo todo," dijo, su voz temblando ligeramente. Mientras hablaba, sus ojos recorrían el espacio de la habitación, como si buscaran alguna confirmación o refugio. Sus dedos se movían nerv iosamente sobre el borde l escritorio, dejando pequeñas marcas en la madera pulida.

El entorno comenzó a influir en la conversación casi de inmediato. El reloj de bolsillo que Zeta le había regalado a Luna en su primer día juntos reposaba en la esquina superior izquierda del escritorio, su luz tenue iluminando una parte de la habitación. Las sombras del reloj se proyectaban en la pared, creando un patrón de números y agujas que parecían avanzar con el tiempo. Cada tic-tac del reloj resonaba en el silencio de la habitación, marcando el paso del tiempo y aumentando la tensión entre los dos personajes.

Un cuadro de fotos de sus momentos favoritos juntos colgaba sobre una repisa cercana. Las imágenes parecían flotar en el aire, como si fueran hologramas vivientes. Algunas mostraban sonrisas radiantes, mientras que otras capturaban momentos más serios. Cada foto parecía cobrar vida, como si estuvieran record ándoles los buenos tiempos y los desafíos superados. El cuadro parecía estar girando lentamente, como si estuviera bailando al ritmo de sus corazones acelerados .

Un libro antiguo abierto sobre la mesa creaba una sensación de solemnidad en el ambiente. Sus páginas amarillentas parecían contar historias de amor y pérdida, sus textos antiguos bailando en la brisa que entraba por la ventana abierta. El olor a papel viejo y tinta se mezclaba con el aroma del café vacío, creando un bouquet complejo que llenaba los pulmones de ambos personajes.

A medida que Luna hablaba, Zeta notó como su cuerpo comenzaba a tensarse. Sus hatrás, y sus brazos se cruzaron sobre su pecho. Sus manos, inicialmente relajadas, ahora se cerraron en puños, apretándose contra los muslos de su silla. Sus pies, que antes estaban plantados firmemente en el suelo, ahora comenzaron a balancearse ligeramente, como si estuvieran preparándose para saltar en cualquier momento.

Sus ojos, que antes estaban fijos en Luna, ahora comenzaron a moverse hacia diferentes partes de la habitación, como si estuvieran buscando respuestas o distracciones. Su ceja derecha se frunció aún más, formando una línea vertical que seguía la curva de su nariz. Su boca, que antes estaba ligeramente abierta, ahora se cerró en una línea fina, como si estuviera conteniendo algo más que solo su respiración.

Cuando Luna terminó de hablar, Zeta se quedó en silencio por un momento, proces ando la información. Su cuerpo continuó tensado, con sus músculos trabajando bajo su piel. Sus ojos seguían moviéndose, como si estuvieran buscando alguna salida o solución. Finalmente, con un movimiento abrupto, se levantó de su silla, sus piernas temblando ligeramente bajo su peso.

El ambiente psicológico de la habitación se vuelve cada vez más intenso a medida que la conversación progresa. Las sombras en las paredes parecen bailar al ritmo de sus corazones acelerados. El aire parece pesarse, cargado con la expectativa y la incertidumbre. Cada suspiro de Zeta resonaba en el espacio vacío, mientras que cada latido de su corazón parecía ser un eco de los latidos de Luna.

El reloj de bolsillo que Zeta le había regalado a Luna en su primer día juntos reposaba en la esquina superior izquierda del escritorio, su luz tenue iluminando una parte de la habitación. Pero lo que antes era solo un regalo sentimental ahora parecía tener un significado más profundo. Luna notó que el reloj había dejado de funcionar hacía dos, pero en ese momento, su aguja de las horas comenzó a moverse lentamente, como si estuviera marcando el tiempo de algo importante.

"¿Qué hora es?" preguntó Zeta con una mezcla de curiosidad y nerviosismo, mirando fijamente el reloj.

Luna se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con una combinación de miedo y esperanza. "Es... es la hora del cambio," respondió en voz baja, como si temiera ser escuchada por alguien más.

Zeta frunció el ceño, confundido. "¿El cambio? ¿De qué hablas?"

Luna se levantó de su silla, su cuerpo temblando ligeramente. "No lo sé exactamente," admitió, "pero desde que encontré este objeto, he estado sintiendo que algo está a punto de cambiar. Y el reloj... el reloj parece estar contando el tiempo para algo grande."

Zeta se quedó en silencio por un momento, procesando la información. Sus ojos se movieron hacia el reloj y luego de nuevo hacia Luna, como si estuviera buscando alguna conexión entre ambos.

"¿Qué objeto?" preguntó finalmente, su voz llena de una mezcla de curiosidad y sospecha.

Luna se detuvo junto al escritorio, sus dedos temblorosos acariciando el borde la mesa. "Un objeto antiguo y misterioso que encontré en mi familia," explicó, su voz apenas audible. "Dice que tiene el poder de cambiar el curso de los eventos."

Zeta se inclinó hacia adelante, sus ojos brillando con interés. "¿Qué objeto ese?" preguntó, su voz llena de expectación.

Luna se volvió hacia él, una mezcla de miedo y esperanza en su mirada. "El reloj ," respondió simplemente, "y algo más que aún no sé."

El ambiente en la habitación se volvió aún más tenso. El tic-tac del reloj parecía resonar con mayor fuerza ahora, como si estuviera marcando el tiempo para algo importante. Zeta se quedó en silencio por un momento, procesando toda esta nueva información. Sus ojos seguían moviéndose entre Luna y el reloj, como si estuvieran buscando respuestas o soluciones.

Finalmente, con un movimiento abrupto, se levantó de su silla, sus piernas temblando ligeramente bajo su peso. "Vamos a descubrir lo que está pasando," dijo, su voz firme pero con una nota de incertidumbre.

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