El Adulterio como Patología de la Transgresión Sistémica
El contrato emocional se desintegra cuando el deseo transmuta en una operación de sabotaje psicológico donde la víctima convive con su propio verdugo bajo el mismo techo 🧠. La infidelidad no representa un simple desliz de la libido, sino una estructura de engaño que calca con precisión quirúrgica el comportamiento de quien infringe la ley penal. ¿Habrá de ser la traición una forma de delincuencia emocional que el sistema social se niega a tipificar? 🎭
Bajo la lente de la psicología clínica, quien incurre en la infidelidad sistemática activa mecanismos de compartimentación que guardan una asombrosa simetría con el perfil criminal. Esta conducta no germina de la nada; requiere la construcción de una doble vida fundamentada en la gestión de coartadas, la vigilancia de huellas digitales y la manipulación de la percepción ajena. El individuo infiel opera desde la clandestinidad, desarrollando una hiper-vigilancia que lo obliga a monitorizar cada gesto propio y ajeno para evitar la filtración de su realidad oculta. Resulta fascinante comprobar cómo la dopamina obtenida del riesgo de ser descubierto alimenta un ciclo de adicción a la transgresión, donde la pareja estable deja de ser un vínculo afectivo para convertirse en el obstáculo que debe ser burlado mediante técnicas de gaslighting y distorsión de la verdad.
La arquitectura del engaño se sostiene sobre la erosión de la empatía, permitiendo que el perpetrador justifique sus actos mediante la culpabilización de la víctima, un mecanismo de defensa idéntico al de los delincuentes sociopáticos que racionalizan sus delitos. La víctima se ve envuelta en una neblina de incertidumbre donde sus sentidos le advierten del peligro mientras su agresor emocional le asegura que su realidad está distorsionada. Esta forma de violencia psicológica anula la autonomía del otro, sometiéndolo a un fraude existencial donde cada abrazo y cada palabra de afecto forman parte de una puesta en escena destinada a mantener el statu quo del engañador. El fin del vínculo no llega por la falta de amor, sino por la demolición de la estructura de confianza básica, dejando tras de sí un trauma similar al de quien ha sido asaltado en la intimidad de su propio hogar por alguien que poseía la llave de entrada.
"Tú has habitado una ficción construida con los fragmentos de tu propia fe, mientras quien dormía a tu lado ejecutaba un plan de fuga que nunca incluyó tu salvación".

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