CUANDO LA MÁQUINA DE LA FRUSTRACIÓN ROMPE SU PROPIO ENGRANAJE
Se ha de admitir que la irritabilidad es el aceite necesario para el motor de la vida moderna. Si no sintieras una punzada de molestia cuando el universo se niega a cooperar (el non sequitur esencial de la existencia), no serías humano, serías un bloque de mármol con mala acústica. La pequeña molestia es la última prueba de que el sistema de tu voluntad aún funciona; indica que aún deseas que el té sea perfectamente servido en el momento correcto. ¡El caos se burla de ti, pero tú le gruñes de vuelta! 🤯📜
Se ha de decir que la irritabilidad normal es breve, proporcionada y ligeramente divertida en retrospectiva (la disonancia cognitiva funcional). Es un pico de tensión que se resuelve con un buen bufido y se esfuma.
Se ha de entender que el problema real no reside en la molestia, sino en la decisión algorítmica de hacerla permanente. Se ha cruzado el umbral de lo normal y se ha entrado en el territorio del Sombrerero cuando la irritabilidad se convierte en la regla de oro de tu existencia.
La anomalía se instaura cuando se rompen tres leyes de la lógica y la economía del esfuerzo. . La irritabilidad se ha convertido en patología cuando:
El costo supera al beneficio (La Economía del Frenesí): Si el esfuerzo y la destrucción causados por tu furia ante un calcetín perdido son mayores que el valor del calcetín. La irritabilidad se ha vuelto una mala inversión. Un cerebro funcional no quema la casa para cocinar un huevo.
Se ha perdido el factor 'OFF' (El Interruptor Roto): La irritabilidad normal tiene un botón de apagado (time-out) después de que el estímulo ha cesado. La patología es la incapacidad de volver a la calma sin ayuda externa. Si la furia se alimenta de su propia existencia y dura todo el día, ya no es un acceso, es un modo de vida.La Disonancia es Total (El Espejo Roto): Cuando tu irritabilidad es la única constante que rompe tus relaciones más valiosas (familia, trabajo). Ya no es el mundo el que está equivocado, es tu lógica la que está fallando sistemáticamente. El Sombrerero insiste en que todos están locos excepto él.
Se ha de concluir que la irritabilidad no es un problema hasta que se vuelve un hábito que requiere mayor energía que la paz. Si se es permanentemente infeliz por cosas triviales, se ha cedido el control a la maquinaria de la frustración.
Si tu única defensa contra el caos es la irritación constante, ¿cómo esperas resolver el problema si te has convertido en la causa?

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