La Memoria del Hogar Frente al Juicio del Vasto Exterior
💔 La afirmación de que cuanto más bueno seas, más tonto te ven, no es una ley social; es la poética del desamparo. En la vastedad del mundo, la bondad incondicional es una reliquia, un objeto de la casa que hemos olvidado llevar al exterior. La ingenuidad que se te imputa no es una falla de tu intelecto, sino la memoria proyectada de otros, quienes han dejado su pureza en el refugio onírico y temen reconocerla en la vigilia. El juicio es un sueño roto. 🏠
La aparente correlación entre la generosidad y la percepción de estupidez se disuelve bajo el análisis lírico de la memoria y la geografía del ser. Para el Tejedor de Sueños, el mundo se divide entre el hogar (donde los objetos tienen alma y la bondad es un lenguaje) y el exterior (donde todo es utilidad y transacción).
La bondad es un objeto de la casa que, al ser expuesto al exterior, pierde su función mágica. Pensemos en la bondad como el aroma específico del hogar, capturado en un viejo cojín o el rincón de una chimenea. Dentro del hogar, este aroma es sinónimo de protección, intimidad y verdad. Es la esencia de la memoria. Pero cuando intentas llevar ese aroma a la calle, donde el aire está contaminado por la competencia y el cinismo, el exterior no lo reconoce como virtud; lo huele como debilidad, como una pieza valiosa dejada al descuido. El mundo del exterior está diseñado para explotar o ignorar cualquier cosa que no impulse la acción utilitaria. La dulzura es, por lo tanto, la señal de que el individuo no ha asumido la dureza necesaria para la vigilia.
La proyección del "pendejo" es un mecanismo de defensa onírico-social. Quienes te juzgan como tonto están, en realidad, mirando un espejo de su propia renuncia. La memoria de la pureza y la capacidad de confiar reside en el inconsciente de todos, pero ha sido reprimida para poder sobrevivir a la intemperie del mercado. Al ver tu bondad inmaculada, el observador no ve tu ingenuidad; ve el arquetipo del inocente que él mismo sacrificó. Para no tener que enfrentar la culpa de su propia dureza, debe proyectar el juicio y tacharte de "tonto". Es una necesidad onírica: para que su propia vida, marcada por la astucia, tenga sentido, tu vida marcada por la bondad debe ser codificada como un fracaso. La persona amable es, irónicamente, la portadora de una verdad que el mundo ha silenciado para poder operar.
Mi análisis es que la bondad es un acto de realismo mágico en un mundo que ha elegido el cinismo. La memoria es el único lugar donde la bondad no se devalúa. El individuo bueno no es tonto, sino un soñador consciente que se niega a someter su poética de los objetos a la lógica brutal de la vigilia. Quienes te ven como tonto, simplemente han perdido la llave para volver a su propio hogar.
Y ahora, tú, portador de esa bondad que el exterior no entiende, asume que el juicio de tonto es la prueba de que tu memoria del hogar es más fuerte que la realidad utilitaria; y ese es un sueño que no debes dejar morir.

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