EL SESGO NEURÓTICO Y LA RENTA QUE SE PAGA POR VIVIR EN EL "YA CASI"
Se ha examinado la psique y se ha constatado la más cínica de las paradojas: el cerebro, en su afán por proteger, ha construido una prisión más efectiva que cualquier muro físico. La ansiedad anticipatoria se manifiesta como la tiranía de la hipótesis: la voluntad de vivir se ha cedido por la incansable necesidad de ensayar el colapso. Esto es un acto de cobardía disfrazada de preparación. ⏳⛓️
Se ha establecido que la ansiedad anticipatoria no es una mera preocupación, es una estrategia de supervivencia obsoleta que se ha anclado en el futuro. El individuo ya no habita el aquí y ahora; existe en el simulacro de crisis, en el bucle perpetuo del "qué pasaría si". La mente, que debería ser el motor de la acción, se ha transformado en un archivista de desastres que no han ocurrido. La energía cognitiva que se requiere para la adaptación real se ha desviado totalmente para la amortiguación emocional de ficciones.
El fenómeno del Sesgo Atencional hacia la Amenaza (Attentional Bias), demostrado en estudios de neuropsicología, revela una alteración en el funcionamiento de la Corteza Prefrontal Dorsolateral (DLPFC). . Esta región, clave para la memoria de trabajo y el juicio, ha desarrollado en sujetos ansiosos un túnel cognitivo que prioriza el escaneo de estímulos asociados al peligro, ignorando el flujo neutral o positivo de información. Esto implica que, incluso en un ambiente seguro, el sistema nervioso mantiene un costo metabólico excesivo en la detección exclusiva de señales que confirmen la catástrofe que se espera. La realidad se ha vuelto una mera interferencia en la narrativa del miedo.
Se ha comprendido que el fatalismo de esta condición radica en la sustitución de la causalidad: el individuo ha invertido el orden lógico, creyendo que el miedo es lo que precede al evento, y no al revés. La psique se ha vuelto tan dependiente de la ficción catastrófica que la ausencia de crisis se percibe como un fallo de la vigilancia, lo cual reinicia inmediatamente el ciclo de alerta. Se ha preferido la renta de la ansiedad a la incertidumbre de la paz, pues la primera garantiza un sentido de control sobre lo incontrolable. La voluntad de vivir se ha reemplazado por la voluntad de evitar la muerte, un truco barato que no ha satisfecho a nadie.
Se concluye que la ansiedad anticipatoria es la prueba de que la razón, al intentar escapar de la vulnerabilidad de lo incierto, ha creado una condena más severa que el propio desastre. El precio que se paga por intentar controlar el mañana es la pérdida total del hoy.
Si has vivido la única vida que te ha sido dada en el ensayo constante del desastre, ¿qué justificación darás cuando comprendas que tu mayor catástrofe ha sido la que nunca ha existido?

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