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EL PASIVO VITAL:

 

 CÓMO LA DEUDA SOBERANA CONVIERTE AL CIUDADANO EN UN COLATERAL FINANCIERO


La Deuda Pública global es una simulación de riesgo. 🎭

Los gobiernos la llaman "financiamiento para el desarrollo". Los banqueros la clasifican como un "activo de inversión soberana". Yo la observo con la fría lógica de la contabilidad: es un traslado masivo de pasivos. El Estado asume el crédito, pero el riesgo sistémico de ese crédito se descarga, sin excepción, sobre el hombro del ciudadano común. No eres un votante en esta ecuación, eres un colateral financiero.

Cuando un país se endeuda (ya sea emitiendo bonos o pidiendo préstamos a organismos multilaterales), esencialmente está vendiendo promesas de ingresos futuros a inversores presentes. ¿De dónde provienen esos ingresos? De tu trabajo.

La realidad es que, a nivel global, esta montaña de deuda es insostenible: se proyecta que exceda los 100 billones de dólares en 2024 (FMI). Lo fascinante de este esquema es la total disociación entre el agente que contrae la obligación y la entidad que la liquida. El político que firma la línea de crédito no estará en el cargo cuando se venza la factura; y el burócrata que lo ejecuta rara vez siente el apretón en su propia cartera.

El mecanismo mediante el cual este pasivo se transfiere a tu existencia es doble, implacable y, en su mayor parte, silencioso:

Este es el método más obvio. Cuando el servicio de la deuda (el pago de intereses y amortización) se vuelve impagable, el Estado debe liberar liquidez.

Aumento de Impuestos: Se incrementan impuestos directos (como el Impuesto Sobre la Renta, ISR) o indirectos (como el IVA), que golpean de manera desigual a las clases trabajadoras.

Drenaje de Fondos Públicos: Los recursos que deberían invertirse en capital humano (salud, educación, infraestructura) son redirigidos para satisfacer la renta del acreedor. En 2024, se estima que 3.400 millones de personas viven en países que gastan más en intereses de deuda que en servicios sociales esenciales (UNCTAD). Esto se traduce directamente en peores escuelas, colapso de hospitales y el deterioro de tu calidad de vida.

Este es el mecanismo más insidioso y el favorito de los gobiernos. Si la deuda se vuelve demasiado pesada, la solución macroeconómica es licuarla mediante la devaluación de la moneda, un fenómeno que tú conoces como inflación.

Al imprimir dinero o permitir una inflación elevada, el valor real de la deuda nominal (la cantidad que se debe) disminuye. Es decir, el Estado paga la deuda con billetes que valen menos.

¿Quién paga el coste real de esa devaluación? El asalariado. Tu poder adquisitivo se reduce; el costo de la canasta básica aumenta. La inflación es, en esencia, un impuesto no legislado sobre los ahorros y el salario del ciudadano. Es una confesión fría de que la mala gestión política se corregirá mediante el robo silencioso del futuro.

Axioma de la Deuda Soberana: La deuda de una nación es la herramienta financiera que permite a una generación gozar de un gasto que se ha negado a recaudar mediante la tributación, transfiriendo la obligación de pago y el riesgo de austeridad a una generación futura que no tuvo voz ni voto en el acuerdo. El Estado no quiebra; simplemente transfiere su insolvencia al individuo.


La Voluntad de Decadencia de cualquier sistema se mide en su capacidad para externalizar sus fallos. El hecho de que la élite política y financiera pueda seguir contrayendo obligaciones sin internalizar el coste de su riesgo no es un error, es el diseño estructural. Es la transferencia perfecta. El sistema económico no te ve como persona; te ve como un futuro flujo de ingresos fiscales.

La próxima vez que el noticiero hable de cifras récord de deuda, no pienses en una abstracción fiscal; piensa en tu propia existencia. Pregúntate: ¿Cuánto de tu futuro salario ya ha sido pignorado para pagar las fiestas de liquidez de un pasado en el que ni siquiera participaste?

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