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 ARQUITECTURA DEL ANHELO: El Deseo como Objeto Onírico y la Defensa de la Distancia Erotizada en la Pareja



"Cierra los ojos. El inconsciente es la arquitectura de esta casa. Entremos en el sueño."

El deseo no muere de aburrimiento; muere de exceso de familiaridad. El amor construye la casa; el deseo necesita que la casa tenga siempre una habitación secreta. En la larga duración, el cuerpo del otro deja de ser un territorio a explorar y se convierte en un Objeto de la Casa conocido, tan familiar como una silla o una ventana. El desafío es impedir que la memoria cotidiana ahogue el misterio esencial. La clave no es la cercanía, sino la Distancia Erotizada: mantener un espacio psíquico que permita al otro ser un enigma, y no una extensión de uno mismo.

Según Bachelard, la intimidad habita en la poética del espacio. Cuando el Objeto de la Casa (la pareja) se vuelve puramente funcional, pierde su resonancia onírica.

 El deseo inicial se alimenta del Arquetipo del Amante (lo desconocido, lo prohibido, lo idealizado). La vida en pareja domestica y normaliza este arquetipo, sustituyéndolo por el Arquetipo del Cuidador (lo seguro, lo predecible). El cuerpo, al ser visto solo como el Cuerpo-Cómplice (el que ayuda a pagar cuentas, a criar), pierde su carácter de Cuerpo-Deseado.

 Para mantener el deseo, la pareja debe re-introducir la ausencia consciente. El erotismo requiere una separación momentánea. La imaginación, alimentada por la distancia física o emocional, es el motor principal del anhelo. Si no hay distancia, no hay deseo de reunir.

 Siempre analiza el significado oculto de un "Objeto de la Casa" o un "Arquetipo del Inconsciente".

Freud postuló que la sexualidad es la reactivación de la pulsión de vida. En la pareja, esta pulsión se inhibe cuando el "juego" (lo novedoso, lo transgresor, lo inesperado) desaparece.

:La ternura y el deseo a menudo se vuelven incompatibles en el inconsciente (el complejo de "madre/hermana"). La conexión profunda y segura inhibe el impulso transgresor que requiere el deseo. El Arquetipo del Inconsciente necesita un espacio para la fantasía que no esté contaminado por la realidad compartida de la factura del gas.

 Las parejas caen en el ritual del sexo predecible y utilitario. Para reactivar el deseo, hay que desfamiliarizar el cuerpo y el encuentro. Esto no significa la infidelidad, sino la fidelidad a la fantasía dentro de los límites acordados, creando un "tercer espacio" onírico que es solo de los amantes.

Para G. G. Márquez, la magia reside en la mezcla de lo extraordinario con lo cotidiano.

 Crear espacios y tiempos de no-funcionalidad donde el cuerpo del otro solo exista para el placer y la exploración. Esto implica agendas separadas, intereses individuales y momentos donde se permite al otro ser un extraño fascinante.

 La pareja debe confesar sus fantasías, tabúes y límites. Este acto de revelación onírica re-erotiza la comunicación y rompe el silencio que asfixia el juego.

 Introducir rituales de encuentro creativo (viajes, citas sin función práctica, cambios de roles) que obliguen a la pareja a interactuar desde un nuevo Arquetipo, rompiendo el guion de la memoria. La novedad es el incienso en el templo del deseo.

El deseo en la relación es una Arquitectura del Anhelo, que muere por exceso de familiaridad, no por aburrimiento. La clave es la Distancia Erotizada, manteniendo al otro como un Objeto de la Casa que es siempre un enigma. El Arquetipo del Inconsciente inhibe la pulsión cuando la ternura y el juego se vuelven incompatibles (Freud). La solución reside en desfamiliarizar el encuentro, crear espacios de no-funcionalidad y confesar las fantasías y límites para que el amor sea cómplice y la memoria no asfixie al deseo.


"El sueño continúa. La poesía de la memoria es eterna."

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