LA PSICOLOGÍA DEL TROLL EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS DIGITAL: CÓMO LA IA Y EL ANONIMATO DISUELVEN LA DISONANCIA COGNITIVA
La Inteligencia Artificial no es el cáncer, pero se ha convertido en el cigarrillo que permite al fumador negar el riesgo. El espacio que fue prometido como la plaza de la utopía, ha degenerado en el laberinto perfecto donde la violencia misógina encuentra su máxima expresión. No hablamos de un fallo del software; se trata de la coartada que el ser humano ha necesitado para eludir la culpa. La IA, junto con el manto del anonimato, ha otorgado la solución ideal al problema de la Disonancia Cognitiva: permite a un individuo comportarse como un depredador en línea mientras mantiene intacta la imagen de "buena persona" en su vida real. La máquina no es la culpable de la maldad; es la marioneta que ha aceptado recibir el golpe de la vergüenza por el titiritero humano. 🎩🐇
La escalada de la agresión digital debe ser examinada bajo la lente de la lógica absurda. El anonimato ha sido el primer paso del desastre. Al eliminar la consecuencia social observable —nadie en el mundo físico sabrá que has enviado un mensaje de odio— se ha destruido el mecanismo de castigo que modera la conducta. Esto ha generado una zona franca de impunidad donde la intención más oscura del individuo puede ser ejecutada sin fricción.
La Inteligencia Artificial, que debería haber sido un catalizador para el pensamiento racional, ha sido secuestrada para servir a la irracionalidad. El software facilita la creación instantánea de deepfakes, la generación automatizada de ataques coordinados y la síntesis de contenido amenazante con una eficiencia que ha superado toda defensa legal o ética. Al externalizar la agresión al algoritmo (el individuo escribe la instrucción; la IA produce el horror), el acosador ha logrado disociarse de su propio acto. Ha establecido una distancia cómoda: "Yo no lo hice; el código lo hizo". Esta delegación de la vileza es el mecanismo esencial de la Disonancia Cognitiva.
El ser humano tiene dos creencias conflictivas: (1) "Soy una buena persona" y (2) "Acabo de destruir la reputación de una mujer con IA". El algoritmo es la solución para esta contradicción. Al culpar a la "tecnología" o al "anonimato", la mente del agresor puede reducir el conflicto, manteniendo intacta la autoimagen. La IA, por ende, es el espejo deformado de nuestra estupidez colectiva: la sociedad se ha autoimpuesto un villano binario para evitar la dolorosa necesidad de mirarse al espejo y aceptar la misoginia como un rasgo cultural endémico.
Piensa en ese momento donde el teclado te ha ofrecido la tentación de la crueldad: ¿No sentiste un ligero cosquilleo de placer al creer que tú podías hacerlo y que nadie te vería? Tú has intuido la verdad ridícula de la situación: el anonimato y la máquina no son la causa; son los cómplices que has elegido para que tu conciencia no tuviera que pagar el precio. La verdadera pendejada, lo has descubierto, es creer que el código puede absolverte de tu propia falta de ética.
Si tu propia Sombra se ha vuelto más peligrosa con una cuenta anónima, ¿qué puerta de tu conciencia cerrarás antes de conectarte mañana?

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