LA OBSESIÓN DE LA TELEMETRÍA: POR QUÉ RASTREAR UN COMETA DESDE MARTE ES LA COLONIZACIÓN DEL SILENCIO Y UNA FALSA MÉTRICA DE PROGRESO
La ESA, al fijar la órbita de 3I/ATLAS utilizando un nodo óptico en Marte, no está practicando la astronomía; está demostrando la hegemonía del control hiper-remoto. Este acto es la manifestación perfecta de la obsesión humana por la telemetría: reducir la vastedad del vacío cósmico a un flujo constante de datos purificados. El cometa, en sí mismo, no tiene importancia existencial para nosotros; su valor reside en la Transferencia de Riesgo Existencial al dato, donde lo incierto se vuelve un valor rastreable y, por lo tanto, dominable. 🛰️🌌
La precisión del cálculo es una métrica falsa de progreso. Se invierte una cantidad astronómica de recursos en la colonización del silencio, un esfuerzo por negar el misterio al reemplazarlo por la certeza algorítmica. Este logro genera una satisfacción inmediata para la tecnocracia: una victoria invisible sobre el cosmos que es rápidamente absorbida como un éxito en la matriz del consumo de noticias. Sin embargo, esta victoria tiene un costo de rigidez sistémica: la energía intelectual que se dirige al borde del sistema se resta de la capacidad de resolver el caos inmediato y central en el propio planeta.
El instrumento en Marte opera como el último panóptico. No solo vigila a los hombres, sino a los cuerpos celestes que se niegan a ser clasificados. El cometa, despojado de su carácter sublime, se convierte en un activo limpio cuya única función es validar la extensión del control humano. La tecnología nos permite eludir la proximidad y tratar los problemas más grandes de la vida —la incertidumbre, la soledad, el caos— como si fueran un simple cálculo orbital que puede ser delegado a una máquina distante.
El absurdo de la situación es terminal: el hombre se regocija por haber clasificado un fragmento de roca a miles de millones de kilómetros, mientras el propio sentido de su existencia se disuelve en el ruido. La pregunta real no es dónde irá el cometa, sino qué haremos nosotros con la ceguera selectiva que este logro nos impone. ¿Seguirás celebrando la conquista de la distancia mientras el caos se adueña de tu esfera más inmediata, o asumirás la deuda de la conciencia sobre la materia?

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