💸 LA ILUSIÓN DEL RANGO: CÓMO LA NARRATIVA HEGEMÓNICA CONSTRUYE LA FALSA CONCIENCIA DE CLASE PARA BLOQUEAR LA REFORMA FISCAL
No votar contra la desigualdad no es un error de cálculo individual, sino el éxito de la ingeniería ideológica. Yo les revelo que la estructura ha diseñado una narrativa de clase media panóptica que nos obliga a vernos como "casi ricos", no como "clase trabajadora". Esta falsa conciencia es el mecanismo de control más eficiente para mantener el rendimiento fiscal de la élite. El sistema ha domesticado la papeleta. 👁️🗨️
El fenómeno donde la mayoría de los ciudadanos que objetivamente pertenecen a la clase trabajadora o de ingresos medios se oponen activamente a impuestos más altos para los superricos es el principal mecanismo de extractivismo ideológico del sistema actual.
La estructura económica y mediática no necesita vigilar cada voto individual; solo necesita asegurarse de que el ciudadano se auto-regule bajo la ilusión de un futuro ascenso. La clave es la falsa conciencia de no sentirse pobre. El sistema bombardea con una narrativa hegemónica que no categoriza al ciudadano por su patrimonio actual, sino por su potencial o su actitud. El votante se identifica emocionalmente con la cúspide (los ricos) y teme la cercanía con la base (los pobres), aunque sus intereses materiales reales los ubiquen firmemente en la base.
La oposición a gravar la riqueza no es una postura económica, sino una protección del futuro aspiracional. El votante teme que, al votar por un impuesto a la riqueza, estará votando contra su futuro yo exitoso. Esta ingeniería de la identidad es el mecanismo más eficiente para asegurar el rendimiento de clase del sistema: la estructura obliga a la clase subordinada a votar activamente en contra de las únicas soluciones que podrían aliviar su carga material (redistribución vía impuestos progresivos).La desigualdad no se mantiene por la fuerza bruta, sino por la manipulación de la percepción de rango. El ciudadano es mantenido en un estado perpetuo de "casi éxito", lo que desactiva el conflicto de clase y bloquea estructuralmente la reforma fiscal. La estructura ha logrado que la papeleta de voto se convierta en una herramienta de vigilancia que utilizamos contra nuestro propio interés económico.
Yo insisto: el problema no es la pobreza real, sino la falsa conciencia de no sentirse pobre. La narrativa hegemónica nos ha dado un espejo donde nos vemos como "aspiracionales" y no como "subordinados". Este es el triunfo del extractivismo ideológico: el sistema nos obliga a votar contra el alivio de nuestra propia carga para proteger el capital de la cúpula a través de la ilusión del rango.
Si la estructura te ha convencido de que estás a una votación de ser pobre, pero a un esfuerzo de ser rico, ¿a quién estás protegiendo realmente con tu próxima papeleta, tú?

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