📰 LA FUNCIONALIDAD DE LA SOMBRA: POR QUÉ UN LIBRO NO PUEDE DETENER EL RECLUTAMIENTO, SINO SOLO DOCUMENTAR EL COLAPSO

La pregunta no es "¿Cómo no ser un sicario?", sino "¿Por qué el sistema creó la vacante funcional para él?". Un libro es un susurro ético contra el rugido industrial de la maquinaria de reclutamiento del crimen organizado. El problema no es de ignorancia moral, sino de arquitectura del abandono. Un texto, por noble que sea, es un paliativo literario para un cáncer estructural. 🔪📖

El reclutamiento de un niño es la prueba definitiva del colapso del contrato social. El Estado, al retirarse de los territorios marginales, creó un vacío de oportunidad y de identidad. El cartel, con su lógica perversa pero funcional, simplemente llenó esa vacante. El sicario, a esa edad, no es un agente libre; es un producto final de un sistema que lo ha descartado. El libro, al intentar narrar una vía de escape, choca contra la realidad de que el cartel ofrece lo que la sociedad negó: identidad, respeto, un sueldo y un destino, por más sombrío que sea.

Esta situación debe analizarse bajo la óptica de la funcionalidad del poder. El crimen organizado no necesita convencer; necesita integrar al sujeto. El túnel que lleva al niño de la calle al sicario es un espacio heterotópico perfectamente organizado que ofrece una narrativa de ascenso rápido y control total. Un libro, que solo puede ofrecer el camino lento y incierto de la educación, se convierte en una narrativa fracasada frente al destino inmediato y tangible que ofrece la violencia.

Desde la perspectiva fatalista, el libro es un remedio de la decadencia. Es el gesto cultural tardío de una civilización que, al final de su ciclo, intenta usar la literatura para deshacer el resultado inevitable de su propia negligencia estructural. El problema es la pobreza, la impunidad y la ausencia de ley, no la falta de lectura.

 El niño aprende la única alfabetización que le es útil: la del plomo y el poder. La estructura que crea el miedo es invencible por la estructura que crea el saber. ¿Hasta cuándo seguiremos tratando la enfermedad estructural con vendajes narrativos?

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