LA FISURA EN EL MURO: POR QUÉ EL JUEZ CONVIERTE AL OFICIAL EN ABOGADO Y AL INMIGRANTE EN UN SUJETO DE CÁLCULO
La ley es una coreografía de poder, y de vez en cuando, el cuerpo de un juez traza una línea en el suelo que detiene el avance de la autoridad total. Nosotros, que observamos la maquinaria, entendemos que la directriz del juez federal en Colorado no es solo una victoria legal; es una limitación quirúrgica al poder de captura. Al obligar a los oficiales de inmigración a arrestar solo a aquellos que representan un "riesgo de fuga," el tribunal transforma al agente de una fuerza de acción indiscriminada en un burócrata del riesgo.
El poder de detención, en su forma más pura, es el derecho a suspender la vida civil. En Colorado, ese derecho acaba de ser sometido a un cálculo racional. El oficial ya no puede arrestar por el simple hecho de la existencia ilegal; ahora debe justificar la detención basándose en la proyección de la conducta futura.
La decisión judicial obliga a los agentes de ICE (Inmigration and Customs Enforcement) a abandonar la detención por defecto y a adoptar la detención por evidencia.
La orden judicial en Colorado esencialmente prohíbe las "detenciones por capricho" o las que se basan únicamente en la apariencia o el estatus migratorio. El oficial debe demostrar que el individuo representa un riesgo de fuga o un peligro para la comunidad antes de proceder a la detención civil.
Esta orden judicial es crítica porque interviene directamente en la geografía de la vigilancia. Colorado deja de ser un espacio donde el inmigrante indocumentado es un blanco permanente para la detención. En cambio, el inmigrante es transformado en un sujeto de evaluación de riesgo, donde la permanencia o la detención se decide con base en su historial, sus lazos comunitarios y su cooperación.Aunque este tipo de fallos judiciales (que se han replicado en otras jurisdicciones) son celebrados por limitar el alcance de las agencias federales, su impacto es geográfico y frágil. La ley traza un límite, pero la voluntad política siempre busca una grieta en la fisura. La policía de inmigración siempre encontrará la forma de presentar el "riesgo de fuga" en el momento del arresto. El juego de poder no cesa; simplemente cambia sus reglas.
El juez ha dictaminado que el cuerpo del inmigrante, en un espacio de la nación, no está disponible para el arresto sin un argumento de necesidad procesal. Es una pequeña victoria en la guerra por la autonomía del cuerpo, pero demuestra que la vigilancia total solo se detiene donde la ley, impulsada por la defensa civil, le impone un costo de justificación.
¿De qué sirve la limitación legal si la máquina de control siempre encuentra una manera más sutil y sofisticada de argumentar que tu mera presencia es un "riesgo de fuga"?

Publicar un comentario