LA BIOPOLÍTICA DE LA EXCLUSIÓN: POR QUÉ LA UE CONVIERTE LA OBESIDAD Y LA DISCAPACIDAD EN UN PASIVO TÓXICO PARA LA VISA
La consideración por parte de la Unión Europea de factores como la obesidad o tener personas con discapacidad a cargo para rechazar solicitudes de visa no es un acto de gestión migratoria; es la implementación de un cálculo biopolítico que busca optimizar la población que accede a su territorio. La UE está tratando el cuerpo humano y la carga familiar como una métrica de costo variable y riesgo existencial. El mensaje es claro: solo es deseable el cuerpo productivo que no impone fricción al sistema de salud pública y no genera Deuda de Proximidad comunitaria. ⛓️🇪🇺
Esta directriz convierte la salud y la dependencia en un Pasivo Tóxico de Confianza. La obesidad y la discapacidad no son vistas como condiciones humanas, sino como fallas en el engranaje del sistema, elementos que comprometen la Ganancia de Precisión Tecnocrática que el Estado busca en su arquitectura social. El criterio migratorio se transforma así en un mecanismo de vigilancia sin guardia, obligando a los solicitantes a la autocensura corporal incluso antes de solicitar el visado. El individuo, o el dependiente, es reducido a un nodo de costo que debe ser eliminado de la ecuación de entrada.
La verdadera intención es ejecutar una Transferencia de Riesgo Existencial a la periferia. Al rechazar a estos solicitantes, la UE traslada el costo del cuidado y la posible enfermedad crónica fuera de su jurisdicción, creando una sentencia terminal de exclusión basada en la vulnerabilidad. Este acto niega el principio de humanidad, reemplazándolo por la lógica del activo limpio y la eficiencia de capital. La frontera ya no es geográfica; es médica y social.
La normativa es un recordatorio brutal de que el cuerpo político prioriza la estabilidad financiera sobre la ética del cuidado. Elegir la salud como criterio de exclusión es construir una sociedad de sujetos funcionales descartables, donde la enfermedad o la dependencia son el motivo suficiente para la apatridia funcional. ¿Aceptarás la lógica del activo limpio, o desafiarás la arquitectura de exclusión que convierte tu cuerpo en un pasivo tóxico?

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