🗣️ El Léxico del Placer: Dime Cómo Llamas a tu Vulva y Te Diré Cómo Negocias la Vergüenza
La frase "Dime cómo llamas a tu vulva y te diré cómo eres" es más que una hipótesis sociolingüística; es una radiografía instantánea de la relación que tienes con tu propia intimidad, el placer y la vergüenza internalizada. La forma en que nombramos nuestro cuerpo no es un acto neutral, sino una decisión política y psicológica que refleja cómo hemos negociado las normas sociales.
1. El Lenguaje y la Negociación del Poder
El lenguaje es el primer campo de batalla de la sexualidad. Judith Butler nos enseñaría que nombrar una parte del cuerpo es un acto de performatividad: el nombre que elegimos activa o desactiva ciertos discursos sociales.
Términos Clínicos ("Vagina", "Vulva"): Generalmente indican una persona que busca la objetividad, la educación y la autoridad sobre su propio cuerpo. Al usar la terminología correcta, se rechaza el eufemismo y se exige seriedad y respeto, despojando a la zona de su carga de tabú.
Eufemismos o Códigos ("Parte íntima", "Ahí abajo"): Revelan una vergüenza o incomodidad social internalizada. Esta persona puede haber sido educada en un ambiente donde nombrar la vulva directamente era considerado grosero o inapropiado. El eufemismo es un mecanismo de protección para evitar la vulnerabilidad.
Nombres Cariñosos o Juguetones ("Minina", "Flor", "Chica"): Sugieren una persona que ha reclamado el placer y la intimidad de manera activa. Muestran una congruencia entre su self interno y su lenguaje. Es una forma de humanizar y desmedicalizar la sexualidad, integrándola al léxico del afecto.
2. La Vergüenza y la Vulnerabilidad
La vergüenza está históricamente ligada a la vulva. La sociedad ha catalogado el órgano como "sucio," "peligroso" o "demasiado poderoso."
Eve Ensler mostró que al gritar los nombres de la vagina en público, se desactiva su poder opresor.
Brené Brown nos diría que la elección del nombre es un acto de vulnerabilidad. Elegir un nombre amoroso requiere valentía para rechazar la vergüenza que la cultura impone. Quien nombra su vulva con placer, es una persona que ha hecho un trabajo consciente para aceptar incondicionalmente esa parte de su self.
La conclusión es que el nombre es un índice de libertad. Cuanto más directa, amorosa y desinhibida es la elección del nombre, mayor es la indicación de que la persona ha conquistado su propia geografía corporal, dejando que la vergüenza hable con la voz de la cultura, y no con la suya.

Publicar un comentario