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EL CÁLCULO PSICOSOMÁTICO: La Votación como Mecanismo Biológico de Agencia



Registra la estadística una fría correlación que atraviesa el corazón del contrato social. La declaración «Yo no voto» no es una simple frase de desinterés; es una sentencia biológica. El análisis científico revela que el individuo que renuncia a la urna exhibe una longevidad disminuida. La investigación obliga a penetrar en la psique del sujeto para entender el fenómeno: el acto político se convierte en una variable de vida.

Concibe el análisis psicológico que la abstención no es apatía, sino la cristalización de la indefensión aprendida. El sujeto, golpeado por la hostilidad estructural, internaliza que el esfuerzo de participar no altera el resultado de su existencia. Se establece una ecuación mortal: agencia política nula = supervivencia biológica reducida. El cuerpo, la biología misma, registra esta ausencia de poder. La desesperanza se vuelve un veneno lento, una carga inflamatoria constante que degrada los sistemas vitales.

Determina el rigor que el voto en sí mismo no inyecta longevidad; es la agencia que otorga la participación lo que prolonga la vida. Se demuestra que el verdadero coste de la exclusión es psicosomático. El individuo no vive menos por la omisión, sino porque el sentimiento de no poder votar (la certeza del fatalismo) es la señal de que la estructura social ya lo ha abandonado. La falta de voz se traduce en la química del cuerpo, acortando los telómeros.

Concluye la ciencia que la participación es un imperativo biológico. Se exige que el sistema repare el déficit de agencia para restaurar la esperanza en la acción. Recuerda el dato que la salud pública es inseparable de la salud democrática. Implica la longevidad del sujeto el grado de justicia que la sociedad le ha permitido ejercer.

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