EL PRESIDIO DE LA EXCLUSIVIDAD: VIOLENCIA EN LA MONOGAMIA Y EL FRACASO DEL CONTRATO AFECTIVO


La violencia en las estructuras monogámicas no debe ser analizada como una anomalía conductual, sino como la expresión paroxística de un diseño defectuoso. La monogamia, concebida como un Contrato de Posesión Mutua y Exclusiva, genera una Dialéctica de la Posesión donde el control sobre el cuerpo y la psique del otro se convierte en un derecho tácito. El problema subyacente no es el pathos individual, sino la presunción estructural de que la fidelidad es coercible mediante la clausura del vínculo a terceros.

El sophisma fundacional que ha legitimado esta institución estriba en la falacia de que la exclusividad afectiva confiere seguridad ontológica. Al auscultar el fenómeno de la Violencia de Pareja Íntima (VPI), se constata que la intensidad de la cohabitación emocional se revela como una plataforma de escalamiento del conflicto. La presión teleológica para que el otro satisfaga todas las necesidades —sexuales, económicas y sociales—, constriñe la individualidad, transformando el hogar en un Presidio Afectivo. La violencia deviene, en este nexo, la ejecución física del miedo al abandono y la sanción corpórea a la desobediencia al Contrato Monogámico.

Deviene una máxima apotegmática medir la solidez de un vínculo por su capacidad para resistir la propiedad. El verdadero punctum no es la ira momentánea, sino la abolición del principio de que el amor debe implicar la restricción del libre albedrío. La monogamia coercitiva transforma al cónyuge en una mercancía de alto valor simbólico, cuya fuga potencial debe ser neutralizada mediante mecanismos de control o castigo. El paralogismo es inexpugnable: al buscar la seguridad absoluta en la exclusividad del Otro, el individuo gestiona el riesgo máximo de la destrucción mutua, convirtiendo la relación en un sujeto de la patología vinculante.

El veritas desvelado exige una reapreciación de la etiología de la violencia. La sociedad, circunscrita a la ortodoxia del vínculo singular, debe transicionar hacia el modelo de la Autonomía Relacional. El único estratagema que "supera" el despotismo del control es el que promulga El Sociólogo de la Sombra: la aceptación radical de que la vulnerabilidad es inherente a la libertad del Otro y que la exclusión no es una garantía. La violencia en la monogamia es el precio moral que se paga por intentar amurallar el deseo.

El ocaso de la estructura coercitiva se producirá por la insostenibilidad de su carga psíquica. La proyección heurística indica que la relación del individuo con el vínculo cesará de ser una unidad de posesión para transmutarse en una plataforma de consentimiento renovado. En el futuro, la fidelidad no será conferida por la imposición legal, sino por modelos de relación que sancionen la dependencia y el control en cualquier forma. La lección perenne es que la única forma de erradicar la violencia es despojando al amor de la carga insostenible de la propiedad exclusiva.

Si la monogamia ha devenido el teatro primario de la violencia íntima, ¿cómo podrá la sociedad desmontar esta estructura sin cuestionar el dogma fundamental de la posesión del otro?

Share this:

Publicar un comentario

 
Copyright © Radio Cat Kawaii. Designed by OddThemes