La Geometría de la Tensión: El Enfrentamiento Presidencial y la Contradicción de la Autoridad




El enfrentamiento verbal entre el presidente de los EE. UU. y su homólogo colombiano por migración y narcotráfico no es un accidente diplomático; es la exhibición necesaria de un conflicto estructural. La tesis dominante se equivoca al catalogarlo como una simple disputa política. Es la Geometría de la Tensión ejecutándose en el tablero global: una colisión frontal entre la Autoridad del hegemón y la Coherencia de la soberanía.

El verdadero problema no es el contenido de la discusión, sino quién posee la licencia para definir la crisis. La disputa es funcional para ambas partes. Para la Casa Blanca, el conflicto público con un líder latinoamericano asegura la narrativa de la Amenaza Constante en las fronteras, justificando la intervención y el gasto militar. Para Colombia, la resistencia pública asegura la Tensión necesaria para legitimar su propia narrativa de resistencia digna ante la injerencia extranjera.

La migración es la Moneda de Intercambio más cínica. La ley internacional y las fronteras se someten al juego del poder. La frontera, que debería ser una línea de Justicia, se convierte en un punto de chantaje constante. La Tensión reside en que EE. UU. exige soluciones de contención, mientras que, al mismo tiempo, las condiciones económicas generadas o toleradas por su propio sistema son las que fuerzan el éxodo. El problema de la migración no se resuelve con muros o palabras; se resuelve con el desmantelamiento de las asimetrías de poder.

En cuanto al narcotráfico, se observa la Paradoja de la Coartada. El conflicto existe porque la solución final es indeseable para ambas estructuras. El enfoque estadounidense en la erradicación (la fuerza) versus el enfoque colombiano en la solución social (la raíz) es una Superposición Inestable que garantiza el fracaso. La droga es un mal con Resiliencia infinita: mientras el consumo y la demanda en el Norte permanezcan, el problema se mantendrá como el pretexto perfecto para que Washington mantenga su Autoridad de supervisión y control sobre las políticas internas del Sur.

La lección de este enfrentamiento es fría y maquiavélica. El Poder no busca resolver problemas que le son útiles. La Sentencia Ineludible no es una condena a los presidentes, sino al sistema que los obliga a este teatro:

La tensión entre Estados jamás es un error; es una estrategia vital para que ambos puedan seguir gobernando a sus espaldas.

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