LOS HILOS DEL PODER

L A   L E Y   E S   U N A   M A R I O N E T A   D E   L A   G U E R R A

El verdadero teatro no está en el escenario, sino en la oscuridad que manipula los hilos.

El mundo no se mueve con las manos que firmamos, sino con las que se esconden. En este tablero de ajedrez donde las reglas cambian a la voluntad de los más poderosos, las embarcaciones no son más que peones. Su destino no lo deciden sus capitanes, sino las invisibles fuerzas que se mueven en la oscuridad. Las leyes internacionales, que alguna vez fueron la promesa de orden, son ahora un velo tejido de palabras huecas, una ilusión que se desvanece con el primer disparo. En esta danza de poder, la línea entre la legalidad y la conveniencia no existe; solo hay un juego de sombras en el que cada movimiento es un cálculo para el control total.


Cuando un cañón apunta en aguas que no le pertenecen, la pregunta sobre la legalidad es una distracción. La "legítima defensa" se invoca no como un hecho, sino como un acto de magia, una frase que pretende borrar la sangre de la cubierta y justificar el despliegue de la fuerza bruta. Este no es un conflicto en alta mar, sino la culminación de un guion escrito en habitaciones sin ventanas, donde los estrategas, con un mapa en la mano, deciden el destino de naciones. Las embarcaciones no son atacadas por lo que son, sino por lo que representan: un símbolo que debe ser quebrado para enviar un mensaje. El verdadero golpe no es en el casco del barco, sino en el corazón de la soberanía.

La legalidad no es una verdad, sino una herramienta; una espada que se usa o se esconde dependiendo del amo que la sostiene.

Este no es un incidente, es un acto en un drama en el que la audiencia cree ver una confrontación espontánea, cuando en realidad es un acto de un guion muy bien ensayado. La paz es la pausa entre actos, y la guerra es la cortina que cae al final.

¿Es posible escapar de un juego en el que ni siquiera sabíamos que éramos una pieza?

Post a Comment

Artículo Anterior Artículo Siguiente