La Tragedia de un Showman:

 

 El Fantasma de Chávez Jr. y el Circo de la Vida

Por Whisker Wordsmith 

 "Humorístico y satírico, con un tono coloquial. Se entrelaza con elementos de horror para explorar las pesadillas ocultas y tiene una prosa cruda y marginal centrada en la vida de los perdedores."

Mira, todos amamos una buena historia de terror, ¿verdad? Un tipo que lo tiene todo, un apellido dorado, un talento que no se ganó, y de repente, el castillo se desmorona. En el boxeo, a eso le llaman "las tres caídas", pero en la vida de Julio César Chávez Jr., fue el comienzo de una pesadilla. De esas que te despiertan empapado de sudor, preguntándote si el monstruo está en la habitación contigo o si ya se mudó a tu cráneo.

La primera caída no fue en el ring. Fue en el gimnasio, en la disciplina, en el respeto que su padre se había ganado a golpes. Lo vimos pelear como un muñeco de trapo, sin alma ni hambre. A sus rivales no les ganaba, les pedía permiso. Era un show de marionetas, pero la tragedia era real. Como en una mala película, la gente lo veía caer, pero no podía mirar a otro lado. Sabía que algo terrible iba a pasar, pero nadie se atrevía a gritar.

La segunda caída fue la más memorable: un baile de debutantes con "Canelo" Álvarez en 2017. El ring era el baile, y el "Canelo" fue el verdugo. Esa noche no hubo boxeo, solo una humillación pública, un castigo lento y doloroso que nos recordaba que a veces, la vida te da el "knockout" más duro cuando menos te lo esperas. Era una escena digna de cualquier historia de Stephen King, donde el mal no viene de un fantasma, sino de la soberbia, la indisciplina y un apellido demasiado pesado. El ring era la verdadera casa de los horrores.

La tercera y última caída fue lejos de la lona, en la vida real. Primero en Estados Unidos por tenencia ilegal de armas y luego en México, en una prisión de alta seguridad, acusado de cosas de las que los boxeadores solo hablan en las películas de gánsteres: delincuencia organizada y tráfico de armas. En el relato de un perdedor que se autodestruye, él es el tipo que lo tuvo todo y lo perdió por sus malas decisiones, por su falta de disciplina y por vagar en el abismo. Su historia no es una advertencia, es el resultado inevitable de una vida vivida sin brújula, una crónica de cómo los cuentos de hadas se convierten en pesadillas. Su viaje errante termina en una celda, en un lugar donde no hay ni aplausos ni reflectores, solo el frío de la realidad.

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