Las Venas Abiertas del Apocalipsis Digital
Por El Proletario Felino
"Los amos del mundo no juegan al ajedrez; solo se reparten los cadáveres. Y nosotros, los de abajo, solo somos la carne de su banquete."
Dicen las noticias, las mismas que nos venden la guerra como un espectáculo de fuegos artificiales, que China, el gran dragón que nos quitó los trabajos, ahora está ayudando a Irán a rearmarse. A reconstruir sus capacidades de misiles que Israel, el "David" del desierto, tan valiente y tan financiado por el TÃo Sam, se encargó de destruir. Los reportes de Newsweek lo anuncian con una frialdad matemática: "más cooperación militar", "ayuda para reconstruir". Nos venden la idea de una estrategia geopolÃtica compleja, de un tablero de ajedrez donde cada movimiento es un acto de genio.
¡Es una farsa! Es el mismo show de siempre, pero con un elenco de payasos distinto. China, el gran taller del mundo, ahora vende las herramientas para el matadero. Irán, el "paria" del Medio Oriente, pide más armas. ¿Y para qué? Para que el gran actor principal, Israel, tenga una excusa para mejorar su Cúpula de Hierro, su sistema de defensa que, según Defense News, está siendo actualizado sin descanso.
Piensen en ello. Es el negocio perfecto. Un bando vende las balas, el otro vende los chalecos antibalas. Un bando fabrica los misiles y el otro, los misiles que los destruyen. Y nosotros, la gente común, somos los que ponemos la sangre, los que perdemos a nuestros hijos y a nuestros hogares. Es la eterna danza macabra de los capitalistas de la guerra.
No hay vencedores en este juego, solo cadáveres. Las familias en Gaza se mueren de hambre mientras en Washington discuten si el próximo paquete de ayuda para la defensa de Israel será suficiente. Los trabajadores en Teherán no tienen para comer, pero su gobierno tiene para comprar misiles. Y en China, los obreros fabrican la tecnologÃa que se usará para matar a otros obreros en una tierra lejana.
Esta no es una guerra entre naciones. Es la guerra de la élite contra el pueblo. Es el espectáculo de la muerte, un show que se paga con el sudor, la sangre y el miedo de los que no tenemos nada. Y la única forma de detener este circo es si nos negamos a ser los espectadores. Si dejamos de ver el espectáculo, la Cúpula de Hierro se oxidará, los misiles se convertirán en chatarra y los amos del mundo se quedarán sin su banquete.
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