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La Doble Hoja del Proteccionismo:

 Cuando los Aranceles de EE. UU. Recortan en Casa.

Por Don Sabio Búho

Desde mi percha de observación, donde las gráficas económicas trazan patrones invisibles y los flujos comerciales narran historias de prosperidad y desafío, hoy poso mi mirada en una de las herramientas más antiguas y, a la vez, más controvertidas del arsenal económico: los aranceles. En particular, nos adentraremos en el complejo entramado de cómo los aranceles impuestos por Estados Unidos, diseñados para proteger su industria o ejercer presión geopolítica, a menudo generan un efecto bumerán que resuena con fuerza dentro de su propia economía.

Un arancel es, en esencia, un impuesto sobre bienes y servicios importados. Su propósito declarado suele ser doble: encarecer los productos extranjeros para que los bienes nacionales sean más competitivos, y generar ingresos para el gobierno. Sin embargo, la teoría económica y la evidencia empírica nos demuestran que sus ramificaciones son mucho más intrincadas que una simple línea de defensa.

La Mecánica del Bumerán: ¿Quién Paga Realmente?

La percepción común es que el país exportador paga el arancel. La realidad es que el importador, una empresa estadounidense, es quien lo paga al ingresar el producto al país. Pero la historia no termina ahí; este costo se traslada a lo largo de la cadena de suministro, afectando a múltiples actores:

El Consumidor Estadounidense: El importador suele transferir el costo del arancel al consumidor final. Esto se traduce en precios más altos para los productos importados, pero también, y de forma sutil, para los productos nacionales. Si los bienes importados suben de precio, los productores nacionales tienen menos presión para mantener sus precios bajos, lo que puede llevar a una inflación generalizada.

 Un informe del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), citando a expertos y analistas en Estados Unidos, señala que el impacto sobre el gasto promedio de las familias en el país podría ser de entre $2,500 y $4,300 dólares anuales, dependiendo de la magnitud de las tarifas sobre las importaciones. Además, estudios citados por fuentes como iProUP y J.P. Morgan Private Bank han documentado cómo los aranceles impuestos sobre bienes chinos y otros productos han elevado la inflación, con el índice de precios al consumidor subiendo un 2.7% anual en junio (2025), impulsado en parte por aranceles sobre productos específicos como electrodomésticos y gasolina. Algunas proyecciones incluso sugirieron que la inflación en EE. UU. podría acelerarse hasta 1.5 puntos porcentuales adicionales debido a los aranceles.

Las Empresas Estadounidenses:

Importadores de Materias Primas: Muchas empresas estadounidenses dependen de importaciones de bajo costo para sus insumos y componentes. Los aranceles sobre, por ejemplo, el acero o el aluminio, encarecen los costos de producción para sectores como el automotriz, la construcción o la manufactura. Esto reduce sus márgenes de ganancia, puede obligarlas a subir sus precios (lo que afecta su competitividad) o, en el peor de los casos, a reducir la producción y los empleos.

 La Asociación de Fabricantes de Automóviles de EE. UU., por ejemplo, ha señalado el impacto negativo de los aranceles al acero en los costos de producción de vehículos. Además, la incertidumbre sobre la aplicación de aranceles futuros (como los revisados para electrónicos, minerales críticos o madera) sigue afectando la inversión privada, como lo destaca FocusEconomics, haciendo que las empresas duden en expandirse.

Exportadores con Represalias: Los aranceles rara vez operan en un vacío. Los países afectados por las barreras arancelarias de EE. UU. suelen responder con sus propios aranceles de represalia sobre productos estadounidenses. Esto golpea duramente a los exportadores de EE. UU., especialmente en sectores clave como la agricultura, la manufactura avanzada o la tecnología, que ven cómo sus mercados de destino se encogen o sus productos se encarecen. Por ejemplo, los aranceles de represalia de China sobre productos agrícolas de EE. UU. afectaron significativamente a los agricultores de soya y cerdo.

Empleo y Crecimiento Económico: Si bien el objetivo es proteger empleos nacionales, el efecto real puede ser mixto o incluso negativo. Las empresas que dependen de insumos importados pueden verse forzadas a reducir personal debido al aumento de costos. Las empresas exportadoras también pueden despedir empleados si sus mercados externos se contraen.

 Un estudio del IMCO (con base en proyecciones hasta 2034) estima que aranceles altos podrían reducir el PIB de EE. UU. en un 0.4% y el empleo en 344,900 puestos de trabajo. Por otro lado, el mismo estudio sugiere que eliminar los aranceles impuestos entre 2018 y 2019 podría incrementar el PIB estadounidense en un 4% a lo largo de tres años, lo que subraya el costo económico de estas medidas. La imposición de aranceles, como el reciente del 17% al tomate mexicano (un sector de exportación de 2.800 millones de dólares anuales), también genera preocupaciones sobre la estabilidad laboral de millones de trabajadores en ambas naciones, según especialistas en comercio internacional.

El Juego de la Geopolítica y la Incertidumbre

 Los efectos económicos directos, los aranceles tienen una profunda dimensión geopolítica. Pueden escalar tensiones comerciales, desestabilizar alianzas y forzar una reconfiguración de las cadenas de suministro globales. Esta incertidumbre es veneno para la inversión. Las empresas dudan en expandirse o innovar si no pueden prever los costos de sus materias primas o el acceso a sus mercados. La Organización Mundial del Comercio (OMC) ha advertido repetidamente sobre los riesgos de fragmentación económica global y la desaceleración del crecimiento debido a las guerras comerciales impulsadas por aranceles.

La fortaleza del dólar, que a menudo acompaña periodos de incertidumbre global, también juega un papel. Un dólar fuerte encarece aún más las exportaciones de EE. UU., reduciendo su competitividad incluso sin aranceles de represalia.

 La imposición de aranceles por parte de Estados Unidos, si bien ideada para generar ventajas competitivas o influir en la política exterior, es una estrategia con un costo económico interno innegable. El "efecto bumerán" se manifiesta en precios más altos para los consumidores, mayores costos para las empresas domésticas (especialmente aquellas que importan insumos), y una reducción de la competitividad para los exportadores. La economía global es un sistema interconectado; un movimiento en un punto genera una onda que, inevitablemente, regresa a su origen. El pragmatismo económico sugiere que las barreras arancelarias, aunque atractivas en su simplicidad proteccionista, a menudo generan más fricción y perjuicio para la propia nación que las implementa.