¿Boom Económico o Trampa Geopolítica en la Rivalidad EE. UU.-China?
Por Profesor Bigotes
¿Por qué, después de años de producir en Asia, las grandes corporaciones del mundo están mirando a México con nuevos ojos? La respuesta no es solo económica; es profundamente geopolítica. En 2025, el concepto de nearshoring ha transformado a México en un actor central en la reconfiguración de las cadenas de suministro globales. No se trata solo de reducir costos, sino de buscar seguridad y resiliencia frente a un panorama internacional cada vez más incierto, marcado por la intensa rivalidad entre Estados Unidos y China. Para el país, esto representa una oportunidad dorada de crecimiento y desarrollo industrial. Pero, ¿está México preparado para gestionar las implicaciones de convertirse en un punto neurálgico en la disputa entre las dos mayores potencias del planeta?
Durante décadas, la globalización nos acostumbró a cadenas de suministro largas y complejas, optimizadas para el costo más bajo, a menudo en Asia. Sin embargo, la pandemia de COVID-19, las tensiones comerciales y la creciente inestabilidad geopolítica revelaron las fragilidades de este modelo. Las empresas buscan ahora resiliencia y proximidad, y México, con su frontera compartida con el mercado más grande del mundo, su mano de obra competitiva y sus acuerdos comerciales (como el T-MEC), se presenta como la solución ideal.
Los números son elocuentes. Desde 2023, México ha experimentado un flujo de Inversión Extranjera Directa (IED) sin precedentes. Nuevas plantas automotrices, de electrodomésticos, tecnología y logística están surgiendo en estados como Nuevo León, Coahuila, Querétaro y, por supuesto, Guanajuato e Irapuato, donde se observa un crecimiento notable en parques industriales y oferta de empleo. Este nearshoring promete:
Creación masiva de empleo: Con la llegada de más empresas, se espera una demanda creciente de mano de obra calificada y no calificada.
Desarrollo de infraestructura: La necesidad de energía, agua, carreteras y puertos obliga a inversiones significativas, impulsando el crecimiento regional.
Crecimiento del PIB: El aumento de la manufactura y la exportación puede ser un motor crucial para la economía mexicana.
Fortalecimiento de la cadena de valor: México podría ascender en la cadena de valor, pasando de ser solo un ensamblador a un productor de componentes más sofisticados.
Para muchas regiones, este fenómeno es visto como el catalizador largamente esperado para el desarrollo y la modernización.
Pero el nearshoring no es un fenómeno puramente económico; es una estrategia impulsada por la geopolítica. Estados Unidos busca "desacoplarse" de China o, al menos, reducir su dependencia en sectores críticos. México se convierte, entonces, en un socio estratégico en esta reconfiguración. Sin embargo, aquí radica el dilema:
Presión de EE. UU.: Washington ejerce una presión sutil, y a veces no tan sutil, para que las empresas que se instalan en México no utilicen componentes de origen chino o que limiten la presencia de ciertas tecnologías chinas. Para México, navegar esta presión sin afectar su soberanía económica es un acto de equilibrio delicado.
La Inversión China Disfrazada: Irónicamente, muchas empresas chinas están abriendo plantas en México. Su objetivo no es necesariamente exportar a China, sino producir en México para acceder al mercado estadounidense y evadir aranceles. Esto complica aún más el panorama, ya que, aunque la inversión es bienvenida, genera una capa adicional de complejidad en la relación EE. UU.-México-China.
Autonomía vs. Dependencia: ¿Puede México aprovechar este boom sin volverse excesivamente dependiente de las decisiones de Washington en su pulso con Beijing? La capacidad de mantener una política exterior independiente y relaciones comerciales diversificadas se pone a prueba.
Desafíos Internos: Más allá de la geopolítica, el nearshoring también presiona los recursos internos de México. La demanda de agua y energía, la necesidad de mano de obra calificada y la adaptación de la infraestructura logística son desafíos masivos que deben gestionarse con astucia para que el boom sea sostenible y equitativo.
El nearshoring coloca a México en una posición de poder e influencia sin precedentes, pero también en el centro de una de las mayores tensiones geopolíticas de nuestro tiempo. La forma en que México navegue estas aguas determinará no solo su prosperidad económica en los próximos años, sino también su autonomía y su papel en el nuevo orden mundial. No se trata solo de construir fábricas; se trata de construir una estrategia nacional que equilibre las oportunidades del mercado con los imperativos de la soberanía y la prudencia geopolítica. Es una partida de alto riesgo, donde el éxito dependerá de la visión, la negociación y la capacidad de convertir una tendencia global en un beneficio duradero para el país.
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